sábado, noviembre 21, 2009

Dentro del Blues existe el amor... 4ª Parte

Cuando me fije en el espejo para saber que no me había manchado y estaba perfectamente salí fuera. Allí estaba Jonas. Un camarero amigo mio que ya ponía mi capuchino. Jonas era corpulento, con poco pelo, un amante del Blues como yo. Diría que todas las personas que entraban por la puerta de este Café terminaban siendo amantes del Blues.
La musica sonaba. Me senté y Jonas fregaba las tazas que tenia detrás de la barra.
- Vaya cara que tienes amigo, ¿necesitas algo? Paro de fregar.
No le pude mirar. Miraba el curioso dibujo que había dejado la espuma y el café de mi taza. No había nadie. Pensaba que Marcos ya me esperaba pero no estaba. Era siempre lo contrario. Quien llegaba tarde era yo. Para cenar, trabajar, incluso a las partidas de barajas que hacíamos los fines de semana. Recuerdo llegar mi primer día a este bar. Ya amaba la musica y venia cansado de la oficina. Me había comprado el piso y exploraba un poco el barrio. Casi conseguía ver la silueta entrar por la puerta de Marcos, Pilar, los dos pequeños e incluso ver a Jonas poner el letrero de cerrado mientras estábamos jugando dentro.
Ayudábamos al final a cargar las cajas de botellas vacías al sótano y subir barriles de cerveza si Jonas estaba liado. Melodías, ritmos, sonidos... todo impregnando el lugar. La vieja madera que se olía dentro. Jonas presumía de que fuera una taberna de hace 30 años y la verdad es que tenia razón. Los bares de ahora, que están cubiertos de madera y le dan un toque de antiguo son reproducidos por una empresa. El Café del Blues no. Allí estaba la mesa. Cubierta de un tapete verde para las partidas. Las demás mesas, con sillas de 4, eran normales. En cada mesa un bonito recuerdo. El beso de Pilar cuando le di las felicidades por los gemelos. La visita de mis padres. Las tostadas de Jonas manchando mis libros. Levantando la bandera mientras veíamos como ganaban las mundiales de fútbol. Muchos recuerdos que ahora me vienen de repente con este agradable capuchino.
- Muchacho, no me has contestado. Se acerco mas Jonas.
- Perdona Jonas, quisiera hablar con vosotros en cuanto venga Marcos. He quedado con el pero tranquilo. Le conteste con una sonrisa.
Jonas asintió con la cabeza y se toco el bigote. Siguió limpiando las tazas y mirando fijamente la entrada con la esperanza de que viniera Marcos.
Yo di un sorbo silencioso y escuchaba una guitarra. Se teñía de nuevo todo de un color. Me hubiera gustado que viniera ella pero lo paso fatal. Algo vibraba en mi bolsillo.
Mi teléfono móvil que recibía un mensaje. Era Pilar, la mujer de Marcos.
"Marcos esta preocupado, acaba de salir de casa... ha dejado su teléfono."
Si que esta nervioso. Sabe que pasa algo. Seguramente por el tono de mi voz. Además que llevo tiempo que no hablo con ellos. Una semana es mucho tiempo para nosotros. Ahora mismo son mi familia aquí.
La puerta se abrió y entro Marcos. Se sentó directamente a mi lado y Jonas también se acerco. Los dos me miraron mientras me hundía y me hacia pequeño en mi capuchino.
- Estoy enfermo. Susurre mirándoles.
Se miraron y se quedaron observándome. Marcos rompió el hielo.
- Sigue... levanto su voz.
Marcos era un hombre también corpulento. Sus bromas eran constantes. Pelo rubio y ojos azules. Una sonrisa casi siempre de oreja a oreja pero esta vez estaba serio. Sus cejas siempre pobladas y haciendo gestos.
- La otra noche sufrí un mareo con dolores. Fui a la Santa Maria que me miraran y me han dicho que tengo algo en el corazón, una anomalía fueron las palabras textuales. Explique mientras sostenía con las manos mi capuchino.
Los dos se miraron y Jonas pregunto.
- ¿Que anomalía Fernando?
No pude contener las lágrimas.
- Vamos Fer, tranquilizate. Me puso Marcos una mano en el hombro.
Durante un minuto empecé a llorar. Jonas se le humedecieron los ojos. Se fue a la cafetera y le hizo el café solo que siempre toma Marcos.
- Venga tranquilo. Marcos tampoco estaba bien, esperaba la historia y el resultado.
- El medico me dijo que tenia una anomalía... que la semana que viene tengo que ir al cardiólogo... que me darán allí una respuesta. Tengo mucho miedo Marcos. Suspire mientras me secaba las lágrimas.
Jonas vino con dos cafés mas. Marcos bebió un poco de su café y saco un cigarro mientras miraba al frente la barra. Estaba llena de botellas de alcohol. Giro de repente.
- No todo es el fin del mundo, esperemos a los resultados. Pero tienes que hablar tu con Pilar. Es mi mujer y la conozco. Te quiere mucho Fer. Todos estamos contigo pero no puedes hundirte.
Se me clavaron esas palabras como dagas en el alma. Bebimos y Jonas estaba bastante triste. Marcos también pero lo manifestaba de otra forma. Se que Pilar lo llevara mal. Siempre nos hemos considerado como hermanos. Marcos es su marido pero ellos me acogieron y que casualidad que nos conociéramos aquí. Jonas también ha compartido siempre conmigo una buena amistad.
Las horas pasaron. La musica sonaba siempre la misma. Melancolía y nostalgia se mezclaron.
Estuvimos hablando de los gemelos, los problemas que tenia el Café del Blues...
- ¿Habéis visto que guapa es la panadera? Dijo Jonas sonriendo.
Se me congelo la sangre. No pude remediar el abrir los ojos de par en par. Les mire y ellos estaban dándose cuenta de que ocurría algo.
- ¿Que ocurre Fer? Pregunto Marcos cogiéndome de la muñeca.
- Ani... la deje en la panadería y se merece una explicación de como me despedí así. Gritaba mientras salia corriendo y cogía mi abrigo.
Marcos y Jonas se miraron.
- Llegara tarde. Musitaron los dos a la vez.
Corría desesperado por la calle. Esquive un coche aparcado que seguramente estaba bien pero para mi mal.
Cuando llegue a la panadería. La vieja persiana estaba bajada.
- Siempre llegas tarde a todos lados Fernando. Me dije intentando recobrar el aliento.
Mi corazón se aceleraba. No debí correr. Mi camisa estaba totalmente empapada de sudor y me temblaba el cuerpo. Venia ese dolor de nuevo y me apoye en la persiana.
Pasaron los minutos y una pareja paso a mi lado.
- Dejale Antonio, es un borracho. Dijo la muchacha.
No lo soy. Me duele el brazo y estoy a punto de desmayarme. No os alejéis por favor.

2 comentarios:

Raúl G.R dijo...

Ciertamente el amor es perjudicial para la salud.

Marcos Callau dijo...

Bueno, bueno...¡pobre hombre!. Pero no termines así, no lo dejes así...sigue, hombre, sigue.... He visto a ese hombre apoyado a punto de desmayarse y ese Antonio alejándose con su chica creyendo ver a un borracho...¡pobre Fer!.