sábado, abril 28, 2007

Hijos de la naturaleza

Cuando me adentre en la pequeña aldea. Los pocos que estaban se metieron rapidamente en sus cabañas. Cogian a los niños que miraban sorprendidos mi arma envainada.
Empezaron a caer pequeñas gotas y observe el cielo que no iluminaba mucho por estar nublado.
Me quede esperando alguna respuesta y veia logico que desconfiaran de una persona como yo. La lluvia se animaba cada segundo y los pequeños campos de arroz ya no se veian por la densa lluvia. Curioso como en segundos el clima cambiaba.
De uno de los caminos que venian del bosque, venian varias personas y por las siluetas estaban armados. Algunos portaban incluso arcos y otros lanzas.
- No vayas al bosque samurai, hemos sido atacados por bandidos y gracias a los dioses que hemos escapado de sus garras. Decia uno de ellos.
Su voz se confundia con la lluvia y ya empezaba a sentir el frio en mis huesos.
Mientras venian me arrope con la vieja manta que me resguardaba de las lluvias y los copos de nieve. Parte de la gente asomaba para mirar a los hombres recien llegados pero no me miraban.
Por la escena suponia que eran los hombres de la aldea.
Se acercaron hacia mi y algunos envainaron sus katanas y amenazaban con sus naginata.
- Hombres, no debeis temerme, busco el camino hacia el sur para encontrarme con mi familia. Dije levantando mi mano con gesto de venir a dialogar.
Uno se acerco y envaino su katana. Era fornido, gestos serios y gran barba. Su pelo era oscuro y largo. Sus labios cortados por el mal tiempo y alto, diria que muy alto. Su katana estaba mal cuidada pero parecia una buena arma.
- Mira samurai, esta aldea no pagara a tu daimyo el arroz que recolectamos. Dile que se le pagara como nos pide pero que tambien necesitamos comer y darles de comer sobretodo a nuestros hijos.
Le mire seriamente y sonrei.
- Amigo mio, mi señor esta hacia el sur y no conozco estas tierras. Por favor, decidme el camino hacia el sur porque me he perdido y la gente de esta pequeña aldea me tiene desconfianza.
El fornido campesino hizo un gesto con la mano y uno de los arqueros se acerco corriendo. Hablaron en voz baja y el jefe sonrio.
- Te daremos una manta nueva y algo de comer para 2 dias. Comprende que es lo maximo que podemos hacer. Los bandidos acabaron con 3 de nuestros amigos asi que te llevaras parte de su comida y puedas seguir el viaje.
Sonrei nuevamente y me saludo cordialmente. Le segui hasta una de las pequeñas cabañas donde una mujer de avanzada edad ponia arroz al fuego. Nos miro y sonrio invitandonos a sentar.
- Mi gente sufre el ataque constante de los bandidos de la zona que son enviados por el señor de estas tierras. Hace mucho que no viene a cobrar pero los bandidos entran a veces al bosque donde tenemos un rio y pescamos asi como arboles frutales que nos da la madre naturaleza. Cultivamos arroz y cuidamos de esos arboles. Las cosas han empeorado cada dia y los bandidos se hacen mas fuerte. Termina bebiendo un poco de sake
- Bueno, no es solo aqui el recibir ataques por parte de los bandidos. Es en todo el pais y incluso me ha llegado la noticia de que los chinos realizan incursiones para entrar al pais. Es mi proposito llegar a mi señor. Sobretodo con mi familia porque hace ya 3 años que no les veo.
El hombre me sonrie como obligado pero sigue bebiendo sin parar.
Cuando ya comimos y me indico como ir hacia el sur. Sali con esa direccion con mi nueva manta. Al llegar a lo que seria el bosque me quede maravillado con tanta naturaleza y como me resguardaban de la lluvia que aun caia fuera de ese lugar. Era como si los arboles me hubieran abrazado para protegerme de la misma. Mas adelante me encontre un claro donde justamente estaban los 3 cuerpos casi desnudos ya. Los bandidos se hicieron con sus pertenencias. Desenvaine el filo.
La espada brillaba aun sin llegarle las luces del sol. El rico olor a humedad me hacia recordar mi infancia cuando corria entre los bosques pero era algo que tenia que olvidar porque podria morir por no estar concentrado ahora.
Entre los arboles empece a divisar una silueta. Salia con 2 katanas en mano y sonriendo. Era uno de los famosos bandidos y con alerta mire a todos lados. Tire la manta al suelo para estar mas comodo y este miraba cada gesto. Parecia que me estudiaba.
- Te han contratado por lo que veo. Es patetico que no puedan arreglar sus problemas como todo el mundo. Reia el bandido.
- No me han contratado pero se lo que haces. Me extraña que estes solo cuando ellos eran cerca de 15. Acabaste con 3 y hiciste huir a los demas.
La risa me venia a mi cabeza como una lluvia de shuriken y de repente se puso serio y levanto sus 2 katanas. Parecia como un ritual antes de matar y sus ojos se quedaban en blanco. Su piel era blanca como la ceniza y me di cuenta como asustaba a los aldeanos.
Desenvaine la katana y no lo pense 2 veces. Atravese su abdominal dando el un grito hueco y seguido de una tos intensa. Me miro y me escupio a la cara.

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