jueves, noviembre 12, 2009

Despedida azul

Camine hasta la puerta. Era de noche. Las estrellas y la luna estaban vigilantes. Abrí la puerta lentamente con intención de no molestar. La casa estaba oscura. El pasillo me era familiar pero algo extraño invadía el sitio. Todo estaba de un color azul. Frote mis ojos pensando que me fallaba la vista pero los muebles seguían de ese color azul. Había un ligero polvo, como mágico, en el ambiente. No había frío pero ese color daba la sensación de que hacia muchísimo.
Ahí estaba la puerta de mi habitación. Esa puerta vieja que hacia ruidos al abrir. No quise abrirla por miedo a despertar a mi madre. Fui a su cuarto. Esta puerta si estaba abierta.
Pase con cuidado. Quería verla dormida unos instantes. Así como me fijaba cuando vivía con ella. Estaba la silla, esa típica silla que dejamos la ropa preparada para el día siguiente.
Todo era de color azul. Escuchaba su respiración. Lenta y profunda. Como un latido descansando. No se porque, este ritmo lo conocía. Parecía que iba a terminar pero seguía una y otra vez.
Me senté en la silla y me di cuenta que no había ropa esta vez. Ahí habían marcos de fotos pero entre el color azul y el oscuro no podía mirar las fotos. Tampoco era mi deseo. Quería verla a ella. Esa paz que necesitaba siempre estaba en mi madre.
Cuando me acerque un poco para observarla en silencio. Me fije que no era ella. ¿Quien era? Su cara me era familiar pero no era ni mi madre y no la conocía. Al otro lado de la cama estaba un hombre. Tampoco le conocía.
- No, no es ella mi niño.
Una mano azul se apoyo en mi hombro y justamente gire la cabeza. Era mi madre. Completamente de ese color y sonriente. Sus ojos desprendían esa ternura. Los mismos que sufrieron cuando nací. Cuando me aleje de ella. Cuando me ponía triste.
- Mama, ¿que ocurre? Pregunte mirando a la mujer de la cama
Mi madre sonrío nuevamente y me abrazo dejándose caer de rodillas.
- Hijo, es tu hija, es el fruto de tu lucha. Siempre te tiene presente y ese deseo te ha traído aquí al mundo. Yo... esperaba un momento para despedirme de ti.
- ¿Como? Mire horrorizado a mi madre.
Mi madre bajo la cabeza hacia el suelo. Cuando mire, mis manos tenían el mismo color. En el espejo de enfrente pude mirarme y vi que era como un fantasma. Vestía unas ropas desconocidas pero elegantes. El azul brillaba en mi piel. Igual que mi madre estaba guapo. Diferente.
- He muerto... ¿verdad? Pregunte mientras me miraba las manos.
Mi madre asintió con la cabeza y me rodeo con sus brazos. Sentí ese calor. Quería llorar. Pedirle que me explicara las cosas pero me dormía. Dejaba el mundo.
No sabia si era un sueño. Si era el cielo. Solo pude ver la silueta de mi madre en ese espejo y que la mujer, mi hija, despertó de repente y con un grito ahogado en la oscuridad se despidió de mi.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

^^

Marcos Callau dijo...

El color azul tiene esas propiedades. Uma historia muy fantasmagórica.