martes, septiembre 27, 2011

Escritor loco

Me apetece escribir aquí. Con la ventana abierta y una pequeña luz para iluminar el teclado. Escuchando un poco de música, sin molestar a nadie, escribo.
Me acabo de dar cuenta que me olvido de algo. Como el momento ese, que sales de casa, y revisas todos los bolsillos buscando lo que te falta. Es como una cita importante. Tienes nervios, tus manos tiemblan y en todos los espejos que te encuentras en el camino, te miras cuidando cada detalle de tu cara.
Sonríes, aunque tus ojos demuestran preocupación.
Observas como la gente pasa por tu lado y nadie te saluda. Desconfiado miras sus caras según van pasando y siempre en alerta por si alguien deja caer por la acera un saludo.
Nada, y eso que has barrido toda la trayectoria desde tu portal hasta la parada del autobús. Por ahí viene esa caja roja, enorme, con muchas ruedas que no mira por donde va sino por su carril. Da miedo.
Piensas que la gente no sonríe. Que han perdido el humor por alguna alcantarilla que se lleva todo los despojos del alma. Los llantos hundidos en el fango de nuestra propia porquería.
Un agujero negro en nuestros espíritus confinados en tarros de piel y huesos.
El terror se pasea entre los caminos del campo intentando no llegar a la ciudad donde reina la soledad.
Dentro del autobús solo hay palabras sueltas. Al vacío, que se escapan en el aire intentando introducirse en el teléfono que llevamos pegados al oído. Un "Te quiero", "Prepararé la comida", "No tardare en llegar"... palabras que van en soledad porque la sonrisa encontró otro lugar para... llorar.
¿Acaso es la ciudad del llanto? ¿Desconsuelo?
Se cae la cera en la mesa de mi escritorio.
En esta habitación acolchada, donde existe el desierto de mi abandono. Solo estoy yo y mi camisa de fuerza.
Mis relatos de locura y la traición de mi mente. La soledad de mi propia ciudad. El llanto que lo acompaña cuando me dan las pastillas. La gente que tropieza conmigo, habla al aire y no me sonríen en las zonas habilitadas de este psiquiatrico. La esperanza de salir de este lugar, en un autobús rojo, lleno de gente y que cuando me baje deje atrás mis propios miedos.

1 comentario:

Susana dijo...

Sólo me sale una cosa: "jope".

Veo que te inspira quedarte solo en el salón mientras Iuna y yo estamos ya dormidas....

Un beso, amor.